La sigla de un gremio y los sueños inconfesables

La secretaria general bonaerense de UPCN sigue creyendo que el gremio le pertenece e imagina un futuro promisorio donde la organización, que supo conducir Carlos Quintana, se convierta en su propia plataforma política.

Zona Capital 14/11/2024
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Escribe: Quirón

 

 

“La sigla de UPCN es mi nombre”.

La frase se pronunció en una reunión a puertas cerradas. Se le adjudica a la titular de la  Unión del Personal Civil de la Nación (UPCN) en la provincia de Buenos Aires, Fabiola  Mosquera, que en sólo una oración generó la mayor contradicción con el jefe del gremio a

nivel nacional, Andrés “El Centauro” Rodríguez, quien hace tiempo predica la idea de que la organización es de los trabajadores y las trabajadoras de UPCN y no de un nombre propio.

La oración que pronuncia la jefa bonaerense del gremio para imponer sus decisiones, y que repiten sus allegados más próximos, sólo dan cuenta del lugar protagónico en que se  imagina la dirigente y que la tiene a ella como centralidad absoluta de la estrategia política 

del sindicato. O, al menos así se piensa a sí misma. Pero también desnudan la verdadera  intención de Mosquera, que lejos está de quedarse con el feudo gremial bonaerense.

Apunta más allá. Sabe quién hasta dónde puede llevar cada quien su imaginación y quienes son los obstáculos que deberá despejar.

Entre los pasillos del gremio se rumorean versiones cruzadas, algunos hablan de cierta  aspiración a utilizar a la organización como plataforma para dar un salto político que la  deposite en la legislatura provincial. Hay quienes incluso, creen que las aspiraciones la  lleven a imaginarse un lugar inalcanzable, la conducción nacional del gremio cuyo primer  afiliado fue Juan Domingo Perón.

Así las cosas, hay un resorte clave que Mosquera necesita para alcanzar cualquier  aspiración para poder darle un marco de realidad a los sueños que le ofrece la almohada: la Tesorería del gremio. Lugar que ocupa un viejo y experimentado sindicalista como Héctor Nieves. El triunviro de la CGT platense es un oponente al que mejor no enfrentarse, con sobradas muestras de saber sortear ataques, desplantes y operaciones. Mejor, no meterse.

Otro de los enfrentamientos que no debiera dar Mosquera, es contra el intendente de la  ciudad Capital de la provincia, Julio Alak, quien enfrenta en la actualidad un apriete del gremio por mejoras salariales que parecen buscar obstaculizar su gestión, que ya bastante golpeada viene por la falta de fondos que producen en toda la provincia el ajuste del Presidente Milei. Tal vez, extraña al otro César de la ciudad. El mayor problema de las ambiciones de Mosquera se encuentran en su propia personalidad. 

“Conducir es  persuadir, no mandar” decía el primer afiliado del sindicato, y al mirar el accionar de Mosquera se encuentra una larga lista de heridos, desplazados, y destratados que añoran los tiempos donde el gremio tenía una conducción, que se ejercía bajo la figura del mítico  Carlos Quintana, aún sus mayores adversarios hoy lo extrañan ante una organización, y  una conducción “sin brújula”.

Lo que está claro es una cosa, como nos explica el personaje literario de George R.R  Martin: “Cualquier hombre (o mujer) que deba decir: 'Yo soy el rey', no es un verdadero rey”.

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