Juzgan en La Plata a un boxeador por secuestrar y violar a una adolescente

Es el primer caso que se dirime en La Plata con un juicio por jurado con perspectiva de género, poniendo el foco en el concepto de “consentimiento”. El acusado tenía 27 años al momento de los ultrajes sexuales.

Zona Capital 28/11/2024
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En el fuero penal de 8 entre 56 y 57 comenzó el juicio oral seguido a Braian Cisterna, alias “Fatu”, por el delito de "abuso sexual con acceso carnal agravado por ser cometido con arma de fuego, privación ilegítima de la libertad agravada y tenencia de arma de fuego". La fiscalía de juicio adelantó que tratará de probar que el acusado raptó a la menor de 14 años y la mantuvo un día cautiva en su casa, donde la violó en reiteradas oportunidades.

En la primera jornada declaró la madre de la víctima, en un desgarrador testimonio. Frente a ella, en el banquillo de los acusados, se encontraba “Fatu”, un ex pugilista. A la derecha de la sala, se ubicó al “jurado ciudadano”. Y en el estrado central, quedó posicionada la jueza Carolina Crispiani del Tribunal Oral Criminal IV de La Plata, a cargo del debate. 

Como una cuestión previa y protocolar, el fiscal Juan Pablo Caniggia y el abogado defensor Marcelo Di Siervi acordaron la integración del jurado. Luego de la madre de la víctima, dieron su testimonio un policía de la instrucción, el psicólogo de la menor y una médica del Ministerio de Seguridad. 

La primera evidencia pericial presentada por la fiscalía fueron los resultados de la Cámara Gesell realizada a la víctima. Esos estudios focalizaron los ultrajes sexuales que fueron denunciados el 12 de mayo de 2019 en la localidad de Cañuelas, departamento judicial de La Plata.

 

Leading case

 

La jueza técnica, Crispiani, instruyó especialmente al jurado para que analice el caso con perspectiva de género y niñez, poniendo el foco en el concepto del consentimiento de la víctima, un hecho que se da por primera vez en el marco de un juicio por jurado ciudadano en La Plata. 

Cualquiera que fuese el resultado de este debate oral, la particularidad de que se ventile con esa perspectiva lo erige en un leading case que podría sentar precedentes en materia de género y niñez, sobre todo en términos de abusos sexuales infantiles. 

De la documentación aportada por la fiscalía al juicio surge que “Fatu” Cisterna fue detenido el 8 de agosto de 2019 minutos después de que la víctima declarara en Cámara Gesell y confirmara los hechos denunciados el domingo 12 de mayo en la Comisaría de la Mujer.

En su relato, la madre de la niña reconstruyó el drama sufrido. Dijo que cuando se levantaron con su familia, su hija le pidió ir a la casa de la amiga que está en la esquina “para buscar unas pertenencias que había dejado el día anterior y de paso invitarla a desayunar”. 

“A las 9.30, luego de que preparara sus cosas del colegio, la autoricé a ir. La acompañé hasta la vereda y vi que se dirigía hacia la casa de su amiga. Luego me fui a comprar unos elementos de ferretería", rememoró la mamá de la víctima. 

También contó que cuando estaba comprando una lata de pintura recibió el llamado de una de sus hijas comentándole que su hermana no había regresado y que tampoco estaba en la casa de su amiga. Ese llamado derivó en que el barrio entero saliera a buscar a la adolescente. 

"Por un momento pensé que podía estar en la plaza, tal vez con un noviecito, pero me pareció raro porque me hubiera contado y no es de irse sin avisar y sin consentimiento, luego llamé a los hermanos pensando que estaba con alguno de ellos”, relató la mujer, diciendo que nadie sabía dónde estaba su hija. 

La situación se fue tornando desesperante. Pasaban las horas y no se sabía nada. Varios familiares, vecinos y allegados se sumaron al rastrillaje. Hasta que una persona mencionó que había visto a la menor hacia la vivienda de “Fatu” Cisterna. El lugar era un departamento ubicado sobre un terreno de la calle 9 de Julio casi esquina Rawson, que atrás tiene otras viviendas, en Cañuelas. 

La mujer señaló que cerca de las 19 fue hasta la casa de Cisterna y él le aseguró que su hija “no estaba con él”. Una hora más tarde, un hijo y un cuñado de la mujer regresaron a lo del boxeador “Fatu”, tal como lo conocían en el barrio. Le tocaron el timbre y tardó varios minutos en salir. Cuando lo hizo, la conversación subió de tono. Cisterna decía que no sabía nada de la menor. Y la familia de la adolescente no le creyó. Le exigieron que los dejaran pasar, especialmente el hermano mayor. 

De pronto, en medio de la discusión que incluyó gritos, insultos y empujones, se pudo ver, a través de una puerta entreabierta que allí estaba la menor. “La vi a mi hija que se tambaleaba yendo de una habitación a otra", recordó la mamá. Pare ese instante, ya estaba presente un móvil policial que se llevó detenido a Cisterna. 

 

Desnuda y temblando

 

En tanto, la adolescente de 14 años fue derivada a la Comisaría de la Mujer. Estaba descalza, sin ropa interior, vestida con un pantalón dado vuelta y una remera blanca con dibujos de anclas que no era de ella. Según comentó luego la mamá en declaraciones periodísticas, su hija "salió confundida, agarrándose la cabeza. No entendía lo que estaba pasando. Al rato, en la Comisaría de la Mujer, cuando fue recuperando lucidez, se dio cuenta de que estaba vestida con ropa ajena y hablaba de un arma, de que la había amenazado con un arma".

En el área de Delitos contra la Integridad Sexual de La Plata confirmaron más tarde que la menor tenía signos de actividad sexual reciente y lesiones compatibles con una violación. 

Los peritos le hicieron un hisopado vaginal para determinar si había rastros del ADN de Cisterna. Extrajeron una muestra de orina para el examen toxicológico. En su primer contacto con su madre, la menor dijo haber tomado apenas un vaso de agua en las diez horas que estuvo en cautiverio. 

Toda esa oscura trama ahora está siendo ventilada en un juicio por jurado, donde a pedido de la jueza Crispiani el término consentimiento en sentido jurídico será analizado especialmente con perspectiva de género, ya que en otros casos, las defensas han tenido como estrategia valerse de la supuesta “aceptación” de la víctima para convalidar el ultraje sexual y las agresiones físicas y psicológicas padecidas. 

 

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