“Queremos que nuestro alfajor viaje por el mundo como un embajador de la ciudad”

Eduardo Quinteros repasa los orígenes de Giova y anticipa la apertura de su nueva cafetería y coworking en Berisso.

REGIÓN20/08/2025
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Por Gabriel Ríos Malan

www.serindustria.com.ar, especial para Capital 24

 

En la Argentina, donde el alfajor es parte del patrimonio cultural tanto como el mate o el choripán, la historia de Eduardo Quinteros y Georgina Giovanelli se abre camino en un mercado muy competitivo, dominado por grandes marcas y tradiciones de décadas. En poco tiempo, el proyecto familiar se transformó en una fábrica que busca crecer en escala y apuntar a mercados externos.

 

Según los últimos datos oficiales, en 2023 se vendieron 10 millones de alfajores por día, lo que implicó un aumento del 66% respecto de los 6 millones diarios de 2022. El cálculo equivale a 115 alfajores por segundo y a un consumo per cápita anual de 79 unidades. Esta costumbre nacional crece y se replica también fuera de las fronteras ya que los alfajores argentinos se consiguen en más de 40 países.

 

En ese contexto, Quinteros repasa los comienzos: “La idea original fue de mi cuñado, quien hace algunos años hizo los primeros bosquejos del proyecto y creó un alfajor que, en su momento, se llamó Giovanello. En la pandemia falleció de Covid y junto a Georgina, empezamos a trabajar sobre la propuesta”.

 

Formado como Chef y con estudios en Nutrición, admite que no pensaba dedicarse de lleno a la repostería ni estar al frente de una PyME. “Estaba trabajando en otra actividad. En la pandemia me acerqué a la fábrica. Cuando enfermó mi cuñado empecé a hacerme cargo y después de su fallecimiento, me quedé porque entendí que era una iniciativa muy buena. Entendí que si bien había que resolver muchos aspectos, era una idea para desarrollar. Así nació Alfajores Giova. Ahora tenemos la fábrica en el Polígono industrial de Berisso”.

 

El cambio de rumbo fue radical. Antes de involucrarse en la producción, Quinteros trabajaba en el aeropuerto de Ezeiza como inspector de control migratorio del Ministerio del Interior. “Tomé la decisión de renunciar para dedicarme plenamente a este emprendimiento”, señala.

 

Un producto con identidad

 

El alfajor no solo compite en calidad o precio. En la Argentina, también encarna la pertenencia. En Córdoba, el serrano con frutas, dulce de leche y merengue es parte de la experiencia turística; en Mar del Plata, los envoltorios dorados y plateados de sus marcas clásicas son recuerdos del encuentro con la playa; en la Patagonia, los rellenos de frutas finas y chocolates intensos parecen condensar la geografía.

 

Acompaña a cualquier hora y en cualquier lugar: es parte del desayuno, la merienda, la mochila de los escolares y constituye un excelente regalo para degustar en familia. Esa dimensión cultural plantea un interrogante: ¿Puede el sabor de un alfajor identificarse con una ciudad o región? Quinteros no duda: “Sí. Hay lugares donde es casi una carta de presentación. Cuando viajás y llevás un alfajor típico de tu zona, la gente prueba y dice ‘esto tiene el gusto de allá’. Es una marca de identidad”.

 

Desde su concepción,  Alfajores Giova apunta en esa dirección. “Queremos que Berisso se identifique con nuestro producto, que sea algo propio de la comunidad y pueda viajar como un embajador de la ciudad”, sostiene.

 

Repasa que, para transmitir este concepto, los primeros pasos fueron complejos. “Tuve que meterme de lleno para encontrar la esencia diferencial de Giova y lograr que todos la interpreten. Si bien siempre había trabajado en grupo, pero en esos momentos sentí que no es lo mismo ser líder que un integrante más”. 

 

“El compromiso es muy grande, porque más allá de lograr un producto de calidad, se siente la responsabilidad a la hora de tomar las decisiones que permitan que todo funcione y puedan pagarse los salarios, los impuestos y a los proveedores”, agrega.

Actualmente, para alcanzar la producción de 7000 docenas mensuales, las máquinas se ponen en marcha temprano. “Arrancamos a las 7 de la mañana y a las 21 vuelvo a mi casa pensando qué voy a hacer al día siguiente. La dedicación es completa, 100%”, afirma.

 

Calidad y variedad

 

La estrategia de Giova se apoya en un principio: calidad sin atajos. “Nuestros alfajores no contienen conservantes y se elaboran con detalles de producción que los diferencian por su sabor. Además, utilizamos insumos de máxima calidad, entre ellos dulce de leche Vacalin”, destaca Quinteros.

 

El equipo trabaja con fórmulas propias y apuesta por mantener estándares incluso en contextos económicos adversos. “En las crisis de los últimos años nunca bajamos la calidad. Se pensó en hacer bolsas más cortas o cajas con un gramo menos en el papel, pero la calidad del alfajor no se negocia”, afirma.

 

La variedad de la oferta también es parte de la estrategia. Además de los clásicos en chocolate, dulce de leche y maicena, Giova lanzó un alfajor de fruta con baño semiamargo y un producto que se convirtió en emblema: el de corazón de frutos rojos, con cobertura de 70% de cacao. También produce minialfajores y exquisitas galletitas de limón bañadas en chocolate.

 

El plan de expansión contempla la venta en supermercados, la llegada al AMBA y la apertura de locales bajo el modelo de franquicias. En Don Bosco 367, Ensenada,  funciona el primer local de Giova, donde no sólo se pueden comprar los productos, sino que también se puede degustar café de especialidad y pastelería.

“En pocos días abriremos nuestro segundo espacio comercial. Será en Berisso, donde habrá un sector de coworking. Lo venimos trabajando desde hace unos meses, va a ser algo muy novedoso donde se podrá trabajar y disfrutar nuestros productos”, anticipa Quinteros con entusiasmo.

 

La dimensión del alfajor argentino trasciende fronteras. Para Quinteros y Giovanelli, el próximo paso es exportar. “Primero iremos por el MERCOSUR, tenemos en mente Uruguay, Chile, Paraguay, quizás Brasil. Estados Unidos consume mucho alfajor, hay empresas que se dedican casi exclusivamente a venderlo como si fueran kioscos online”, explica.

 

Con 70 gramos por unidad, un peso mayor al promedio de mercado y un esquema de producción que busca consolidarse, Alfajores Giova se propone escalar sin abandonar el espíritu familiar. “El alfajor es un producto que nunca va a dejar de estar en el kiosco ni de la memoria de los argentinos”, dice Quinteros.

 

 

Giova produce actualmente 7.000 docenas de alfajores mensuales en el Polígono Industrial de Berisso, calle Marsella y Entre Muros. Los interesados en sus productos pueden contactar a través de Instagram, @giova.alfajores.

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