La receta del Imán «kosher»: «La paz no es un milagro que vaya a caer del cielo, hay que construirla

Se llama Marwan Gill, tiene 34 años y es el primer imán que la comunidad Ahmadí tiene en Argentina en casi 90 años. Es de origen paquistaní, nació en Alemania, y se graduó en Londres.

22/05/2024
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Gentileza Visión Liberal

 Sufrió bullying tras el 11-S de 2001 y eso lo impulsó a estudiar teología en Gran Bretaña. Su Halifa (una especie de Papa de los ahmadies) lo envió a Buenos Aires a predicar el mensaje de paz del Islam. Llegó en 2017 cuando el dólar costaba 17 pesos y los argentinos cuestionaban a Messi. Se «argentinizó» muy rápido. Ama a Francisco y Maradona, sueña construir una mezquita para enseñar el Corán, critica la hipocresía de los mercaderes de las guerras globales y cree, como Luther King, que “no debe preocuparnos la maldad de los malos sino el silencio de los buenos” 

 – Tu origen es paquistaní, pero naciste en Alemania y te graduaste en Londres. ¿Cómo arranca tu historia?

Marwan Gill: – Vengo de una familia pakistaní, afincada cerca de Lahore. Después de la Segunda Guerra Mundial y cuando se retiraron los ingleses, se dividió el subcontinente en Pakistán e India. Mi familia, como la mayoría de los musulmanes que vivían en la India, se trasladaron a Pakistán. Mi familia viene de una tradición sunita pero mi papá en su juventud se abrazó a la corriente Ahmadí, que es una corriente que tiene un rol muy destacado dentro del mundo musulmán. Pero Ahmadí está perseguida en varios países musulmanes, incluido Pakistán. Es más, somos perseguidos constitucionalmente. Según la Constitución que rige en Pakistán, no podemos profesar nuestra religión como musulmanes y ni siquiera podemos llamarnos o definirnos como musulmanes. 

 VL: – ¿Por qué?

 MG: – Es más una presión política, porque nosotros (la corriente Ahmadí), en muchos aspectos, criticamos a las sociedades musulmanas. Por ejemplo: cuestionamos el fanatismo, el extremismo, la violencia en nombre de la religión. Y también cuestionamos el ejercicio de la  política en nombre de la religión. Avalamos categóricamente la separación del Estado y la Religión. Y como sabrás, en muchos países de Asia la política se hace en nombre de la religión. Eso nosotros lo cuestionamos porque la fe es un asunto personal, íntimo. 

 Y después está la cuestión de la figura mesiánica. Hay algunas diferencias teológicas que existen entre nosotros y los demás musulmanes, pero ellos politizaron ese asunto y empezaron a perseguirnos. Así fue que mi papá, por esa persecución, tomó la decisión de emigrar a Alemania para vivir y practicar libremente su fe. Por eso mis hermanos y yo nacimos en Alemania, cerca de Frankfurt. Viví hasta los 20 años y me gradué de secundaria en Alemania. Luego, tomé la decisión de dedicar mi vida a la religión del Islam y dedicar mi vida a Dios.

 VL: – Con el total respaldo de tu familia, supongo.

 MG: – Desde la cuna recibí la formación y los valores musulmanes e islámicos. Durante mi adolescencia, más que nada, tuve algunas experiencias personales que me marcaron.

 VL: – ¿Por ejemplo?

 MG: Mi relación personal con Dios. La experiencia de sentir que Dios pudiera escuchar mis súplicas y oraciones y sentir esa paz. Esa presencia de Dios me dio mucha tranquilidad y fuerza. Y una constante orientación moral y espiritual. 

 VL: – Estimo que ese contacto espiritual te hacía “un distinto” con el resto de tus amigos adolescentes en Alemania. 

MG: – La mayoría de mis amigos en Alemania no eran musulmanes, obviamente. Y tenían todos los recursos económicos que uno pueda imaginar: el celular más nuevo, vestían ropa de marca, y podían financiar salidas. Es decir, tenían todas sus necesidades económicas cubiertas. Pero, muchos de ellos, se drogaban los fines de semana, tomaban alcohol en exceso, sufrían soledad, ansiedad, otros problemas mentales. Y eso me hacía mucho “ruido”. Tenían una vida perfecta en términos económicos pero todo el tiempo les faltaba algo. Y yo, como hijo de migrantes, tenía una buena vida pero lo que más tenía era cierta tranquilidad espiritual, una paz en el sentido de que no necesitaba drogarme, o tomar alcohol, o hacer tonterías. Nunca sufrí depresiones, gracias a Dios. Y yo lo asocié siempre con mi relación con Dios. Como creyente, tenía ciertas herramientas para afrontar esas situaciones y superarlas.

 VL: – ¿Es en esa etapa cuando decidiste estudiar teología?

 MG: Sí, todas esas experiencias me llevaron a la decisión de dedicar mi vida a la causa de Dios, con el fin de servir a las personas que están en la búsqueda de fe, de luz, de Dios. Recibí una beca en 2009 y me fui a estudiar a Londres. Para mi pasar de una pequeña ciudad de Alemania a Londres fue como una especie de «American Dream». Ahí empecé mi carrera como teólogo en una ONG islámica de la comunidad ahmadí y duró siete años la formación. 

 VL: – ¿Tu idea era regresar a Alemania ya como imán?

 MG: – Una vez que me gradué de imán, siempre pensé que mi destino podría ser algún lugar de Europa. Si tenemos en cuenta que mi idioma natal es el alemán, que manejo muy bien el inglés británico, que sé urdu por mis padres y árabe porque lo aprendí por mi carrera, siempre creí que volvería a Alemania o a lo sumo a algún país de Europa. Por eso mi sorpresa cuando mi comunidad me asignó a la Argentina. 

 VL: – ¿Qué sabías de Argentina?

 MG: – Lo único que sabía era que la Argentina era la tierra del Papa Francisco, Messi y Maradona. Que se hablaba español. Y que geográficamente me habían designado para ir a un país que está casi al fin del mundo. En fin, sabía que me iba a encontrar con muchos desafíos culturales, sociales, de idioma, pero la gran sorpresa fue cuando me contaron que acá (en la Argentina) no había una comunidad ahmadí.

 VL: – O sea, ¿viniste a fundar la comunidad Ahmadí en la Argentina?

 MG: – Asi es. Vine a empezar de cero, como pionero. Como ahmadí tenemos presencia en más de cien países, en América Latina estamos en Paraguay, Uruguay, Brasil, Bolivia, y Ecuador.

 VL: – Es extraño que no hayan tenido presencia en Argentina, donde tenemos una tradición de recibir inmigrantes de todo el mundo. Y que además tenemos una fuerte presencia de los llamados “turcos”, ciudadanos de todo Medio Oriente pero que llegaron con el pasaporte del viejo Imperio Otomano.

 MG: Nuestra comunidad tuvo presencia en la Argentina hasta 1936. En ese año, nuestro Imán tuvo que volver a su país (él había venido de la India) y entonces se desarmó todo. Y como para mantener el rebaño necesitas el pastor, cuando yo llegué no había ningún contacto ni referencia.

 VL: – ¿Pudiste reconstruir adonde estuvieron físicamente? 

 MG: – Sé que tenían una sede para reunirse y rezar en la zona de Saavedra, en Buenos Aires, y por unos informes que leí, también estaba funcionando una comunidad en Mendoza pero después se perdió toda referencia.

 VL: – ¿En qué año llegaste a Buenos Aires?

 MG: – Para finales del 2017.

VL: – Para ese momento el Papa Francisco estaba en su apogeo, Maradona aún estaba con vida, y Messi era muy cuestionado.

 MG: – Si. Me sorprendía mucho como Messi era castigado acá. Le cuestionaban que no ganó el Mundial de Brasil y que perdió dos copas América contra Chile. Todo el mundo lo criticaba en Buenos Aires. Escuchaba a ustedes decir que “no era argentino” porque siempre vivió en Barcelona…  En ese contexto llegué. Otra cosa que recuerdo es que la primera vez que fui a cambiar dólares, valían 17 pesos, y que pocas semanas fui después a cambiar dólares otra vez y había subido. Yo pensé que se habían equivocado. Lo mismo con los precios que subían semana a semana y yo no entendía qué pasaba. Después me “argentinicé” (risas)

 VL: – ¿En estos años lograste armar tu rebaño?

 MG: – Hoy tenemos alrededor de 30 miembros fijos, pero yo diría que no es la cifra que refleja el trabajo que realizamos como comunidad en Argentina, más que nada para atraer a las personas en su búsqueda de Dios, del camino espiritual.

 VL: – ¿Y cuál sería la cifra más real?

 MG: – Tenemos más de cien personas que colaboran y participan en nuestros cursos y actividades. Es más, algunos tomaron la decisión de convertirse al Islam y adherirse a la comunidad ahmadí, pero hay muchos que están todavía en esa búsqueda. Apoyan el mensaje de la paz y el respeto. Nuestro lema es «Amor para todos, Odio para nadie». Muchos son ateos, agnósticos pero se sienten cómodos en ese mensaje y en el diálogo interreligioso, especialmente.

VL: – Si una persona decide hacerse musulmán, ¿qué preceptos debe cumplir?

 MG: – A diferencia del cristianismo, no existe un bautismo en el Islám. Si una persona toma la decisión (por eso es difícil tener un número exacto, porque no hay registro central) no necesita permiso ni autorización de nadie. Tampoco recibís un certificado. Es algo entre vos y el creador, no hay intermediarios. No hay que confesar pecados a nadie, porque yo soy uno más. Soy un imán pero soy uno más. Soy tu hermano, tu amigo para acompañarte y brindarte herramientas de enseñanzas como mi propia experiencia, pero cada uno arma su viaje espiritual. Y eso es también al momento de abrazar el Islam. Se llama “La Shahada”, es decir el testimonio cuando uno se hace musulman, pero ni siquiera hace falta expresarlo verbalmente. Cuando ya tu corazón está convencido que Dios es Único (no tiene hijos, ni tiene copartícipes) y Mohammed (muchas veces mal dicho como Mahoma) es su mensajero, su profeta. Ese testimonio te convierte en musulmán.

 VL: – ¿No es obligatorio ir a la Meca una vez en la vida?

 MG: – No. Ir a la Meca es como una “obligación” como musulmán al menos una vez, pero es un mandato condicional. Para hacerte musulmán no tenés que ir sí o si. Sólo vas si tenés los recursos económicos, la salud y la seguridad para viajar. Mucha gente no puede viajar, o por una pandemia o por una guerra. Pasa que acá mucha gente confunde entre ser árabe y ser musulmán. Pero no son sinónimos. 

 VL: – ¿Podés aclararlo mejor?

 MG: – Para ser musulmán uno no tiene que hablar árabe, ni tiene que vestirse con túnica ni tiene que comer hummus en shabat ni venir de un país árabe. La gran mayoría  -el 99%- no viene de cuna árabe sino que son conversos con el apellido, y luego abrazaron, si, el Islam.

 Una vez hicimos una actividad solidaria en La Matanza y la mayoría eran argentinos y yo. Entonces me preguntaban: 

 – «de dónde vienes?» 

– De Buenos Aires. 

– No, pero ¿de donde sos? 

– Soy alemán, pero vivo acá y soy musulmán. 

– Ah, entonces venís de Musulmania. 

Lo pensaban como si fuera un país. Por eso es importante aclarar que sólo el 20% de la población total de los musulmanes que son casi 2 mil millones de personas, son árabes. El 80% no son árabes. Porque también tenés árabes que son judíos, cristianos, maronitas, rusos. Es muy importante esa distinción.

 VL: – Tuvimos un presidente de origen árabe -sirio libanes- pero lo conocían como musulmán

 MG: – Conozco la historia de Carlos Menem. Su apellido en realidad es Munem y no solamente él, en el norte en La Rioja, Santiago, Tucumán, o Catamarca, los apellidos Manzur, Jalil, Saadi llegaron como árabes. Todos los años participamos en la Feria del Libro y siempre se acercan miles de personas. Y es sorprendente que muchos tienen padres, abuelos, bisabuelos musulmanes, pero muchos se casaron con cristianas o viceversa y se mantuvo la identidad cultural, étnica pero se perdió la identidad religiosa. Muchos tienen un Corán en su casa, o una alfombra, pero no saben qué es la religión del islam. Se consideran descendientes de un musulmán. Y en eso hay que hacer autocritica en la comunidad musulmana que no pudieron establecer instituciones ni dar visibilidad a la religión del Islam. Si no tratarlo como algo muy privado, que incluso las personas mas cercanas (amigos, parientes) saben que sos musulmán pero nunca llegan a entender qué es el Islam. O por qué ayunas durante un mes, o por qué rezas en ciertos horarios. Nunca hubo un trabajo activo de difusión, de diálogo, sino que se buscaba una casa o un departamento en el interior donde se juntaban y para el resto de la sociedad hubo y hay invisibilidad. 

Y eso nos afecta muchísimo cuando aparecen conflictos. Como hoy con Medio Oriente donde se asocian ciertas cosas en relación con el Islam. Y la gente tiene esa sed para saber más del tema, muchas veces con buena onda, no con prejuicio o mala intención: Pero tienen acceso limitado para hablar con un musulmán o ir a una mezquita, cuando tenemos en Palermo la mezquita más grande de Sudamérica. En inglés se usa el término «window shopping», algo así como sin compromiso de compra. 

 VL: – ¿»Chusmear» sería?

 MG: – Exacto, “chusmear”. Entonces yo pienso: ¿por qué no poner una mezquita donde la gente pueda chusmear y pasar y tener acceso directo para charlar sobre el Islam?

  VL: – ¿Y por qué no construís tu mezquita?

 MG: – Tenemos la idea de tener nuestra propia mezquita, pero quiero empezar por un centro islámico de este estilo como tenemos en la calle Darregueyra. Tenemos que empezar de cero y pensé que una mezquita sería como una cierta barrera con la gente. Pero como Centro Islámico podemos participar en la Feria del Libro, dar cursos gratuitos y lograr que muchas personas acudan, sin sentir esa barrera, a expresar sus dudas o inquietudes. 

 VL: – ¿Cómo viene esa interacción que buscas?

 MG: – La gente entra directamente y nos pregunta. En un momento pasó un judío y leyó nuestro lema «Amor para todos, odio para nadie» y él me dijo: «yo soy judío ¿y vos no me odias?» Y no. No lo odio. No tengo porqué

 VL: – ¿Cómo evalúan en Londres tu trabajo en la Argentina?

 MG: – Creo que están contentos y en nuestro trabajo, somos la única corriente que tiene un Halifa, un líder espiritual muy parecido a la figura de un Papa. Es un líder mundial, el Quinto Sucesor del Fundador. El “Papa” actual. Es el líder mundial de la comunidad global y yo soy su representante en la Argentina. Y él es mi guía, mi mentor espiritual. Él constantemente me guio y aconsejó y está contento con el progreso de la comunidad en Argentina, aunque sabemos que queda mucho por hacer.

 VL: – ¿Qué te pide tu Halifa?

 MG: – Nuestra misión no es imponer el Islam a los argentinos ni que todos se conviertan, sino que la misión es transmitir el mensaje verdadero del islam a los argentinos y compartir los valores. Que pueden beneficiar a una persona siendo cristiano, católico, judío, agnóstico o ateo, pero enfatizar en la promoción de los valores, como la santidad de la vida, la paz, el respeto, el amor al prójimo, la educación, la honestidad, la justicia.

 Y si uno no tiene la paz en su corazón tampoco puede transmitir paz en su familia, su hogar, su barrio o su sociedad. Y eso afecta a todos. Por eso incluso la guerra no hace ninguna distinción. O el virus de la pandemia. Por eso es como dice el Papa Francisco: «nadie se salva solo, todos estamos en el mismo barco». Por eso consideramos que es necesario, en Argentina o cualquier país del mundo, promover los valores que coinciden o encontramos en cualquier religión.

 VL: – ¿Lo conociste a Francisco?

 MG: – Si. Viajé al Vaticano dos veces. La primera vez en septiembre de 2022 y la segunda hace poco en el marco de la canonización de Mama Antula, en febrero pasado. Coincidió con la del presidente Milei, y la segunda vez pude tener una audiencia privada con el Papa.

 VL: – ¿Qué sensaciones te dejó?

 MG: – La verdad que yo tenía ciertas inquietudes porque participé en el sermón de la misa del Papa Francisco el día anterior, el domingo, que fue la beatificación de Juan Pablo II y no pude conectarme bien con él. Ese día me pareció una figura lejana. Pero debo confesar que eso cambió drásticamente en la audiencia. Si tengo que destacar algo sería su humildad, su calidez, su apertura. Realmente una persona tan amable y tan amorosa que uno percibe que no hay barreras en el diálogo, no hay obstáculos. Ha expresado con sus gestos lo que predica. Entonces, como musulmán, no sentí ninguna discriminación, diferencia o distancia. Por protocolo, nos habían anticipado que la audiencia duraría 15 minutos y el secretario entró dos veces y el Papa nos decía: «sigan, sigan». Y quería saber de la situación en Argentina, mi historia de como estoy en Argentina y la audiencia duró 45 minutos. Si tengo que definirlo, diría que es más argentino que Papa. 

 VL: – ¿Cómo es eso? 

 MG: – Francisco tiene un gran sentido del humor: “No esperaba llegar acá (por el Vaticano), yo andaba feliz en subte por Flores” nos dijo. Todo el tiempo habló de nosotros. No decía: «ustedes tienen que hacer..:» sino «nosotros tenemos que hacer». Es como que se hacía parte, se integró en la responsabilidad conjunta. Y luego, un honor para mi fue llevar un mensaje escrito de nuestro Halifa para el Papa Francisco, ya que no se conocen. Pude hacer ese enlace entre ambos líderes y fue un momento histórico y de honor. 

 VL: – ¿Se irán a conocer en algún momento?

 MG: – Creo que podrán conocerse y que el Papa conozca más a nuestra comunidad. Mi invitación al Vaticano fue por mi trabajo en Argentina, en términos de “Fratelli Tutti”, de la Hermandad Universal, del trabajo interreligioso. Otro momento muy importante fue cuando Francisco le dedicó su libro “Fratelli Tutti” para mi Halifa. Y ahora la idea es que en algún momento se puedan juntar.

 VL: – Te llevo al 11-S. ¿Qué edad tenías?

 MG: – Tenía sólo 11 años y todavía me acuerdo ese día. Es algo que queda registrado. Eran más o menos las 15 o las 16 horas en Alemania y yo había regresado de la escuela. Estaba a punto de salir a jugar con mis amigos a la pelota (soy re futbolero). Vi las imágenes y pensé que era una película, que no podía ser algo real. Pero el impacto real empecé a percibirlo en los días siguientes, cuando se empezó a hablar en las escuela de los musulmanes, de Al Qaeda, de los terroristas islámicos, de los yihadistas. Recuerdo que éramos cinco niños musulmanes y de golpe todo el enfoque estaba en nosotros, en cada clase. ¿Qué hicieron? ¿Qué es la Jihad? ¿Por qué hay terroristas en su religión? Y yo, como un chico de once años, les decía que no sabía lo que era un talibán ni quién era Bin Laden.

 Para mi Jihad es la lucha contra mi ego, contra mi maldad, rezar cinco veces al día, no insultar a nadie. Y me confrontaban con preguntas incómodas. Ni siquiera preguntas, me acusaban. Porque no hay una simetría entre un chico de 11 años y su profesor. Eran ataques muy fuertes. Y eso lo viví a lo largo de mi adolescencia.

 VL: – ¿Tus padres cómo te protegieron?

 MG: – Mis padre me explicaba, en la mezquita nos explicaban. Y eso, para mi fue fundamental en mi decisión de ser imán y ayudar a los demás. Y tener las herramientas. Porque gracias a Dios, por mi comunidad, hicieron un trabajo pedagógico enorme, nos explicaron los problemas, no barrieron todo bajo la alfombra, la diferencia teológica, religiosa. Y teníamos, si, el coraje de expresarnos abiertamente como musulmanes y conversar. Pasó con muchas otras comunidades que, sin tener la posibilidad de informarse, se cerraron. Y construyeron cierto resentimiento y odio contra la sociedad.

 VL: – Puede decirse que fue una vida antes del ataque a las Torres Gemelas y otra vida después del 11-S.

 MG: – Fue muy fuerte que la mayoría de los musulmanes en Occidente antes del 11-S éramos vistos como una incógnita. Como si fuéramos budistas o hinduistas, personas exóticas a las que no se conocía bien. Y después del 11S la gente nos pasó a ver con una connotación negativa y nos decían: «ah, ustedes son talibanes». Todos los chistes giraban sobre bombas, violencia, o terrorismo. Hasta hoy los musulmanes tenemos que derribar prejuicios, aclarar que no tenemos simpatía con esos grupos y luego recién podemos decir que Islam significa paz.

 VL: – ¿Sos consciente de los intereses geopolíticos que alimentan las guerras?

 MG: – Muy consciente. ¿Quién apoyó a Osama Bin Laden durante décadas? Incluso si analizas cómo surgió el movimiento talibán fue en la guerra contra la Unión Soviética. Hillary Clinton dijo abiertamente en una entrevista que fue su error. 

 Hoy hablamos mucho de Hamás. Y yo no justifico por nada lo que hizo, y lo condeno en su totalidad y critico a todos los países que lo apoyan, directa o indirectamente, a través de herramientas militares, económicas, políticas o logísticas. Pero digo, cuando empezás a nombrar países árabes también vas a descubrir que hay que nombrar a Netanyahu e Israel. Por muchos años, ellos no sólo permitieron los fondos para Hamas sino que los apoyaron. Y supieron desde el primer día la carta de Hamas. Pero lo usaron para debilitar la causa Palestina. Incluso dos o tres semanas antes del ataque de octubre pasado  -está todo documentado, no es secreto- la delegación israelí en Doha, Qatar, aprobó el financiamiento para Hamas. Y no era un secreto las intenciones de Hamás. Por eso me que da muy claro que hay que entender el tema geopolítico. Y antes con Khadafi y Sadam Hussein pasó lo mismo.

 VL: – ¿Y con ISIS probablemente suceda lo mismo.

 MG: – Si. Y ni hablar del odio o la venta de las armas. Por un lado somos pacificadores pero luego, ¿las armas que se vendieron a Arabia Saudita que no tenía conflicto bélico, sabían de dónde llegaban?. Pero Occidente continuó vendiendo armas. Eso pasó y pasa en Gaza. Por un lado mandan la ayuda monetaria pero con la otra mano venden armas destructivas a Israel.

 VL: – ¿Cómo se enfrenta esa situación?

 MG: – La paz no es un milagro que vaya a caer del cielo. Hay que construirla. Requiere esfuerzos, incluso sacrificar los propios intereses. Y ese es el punto: ¿Cuánto estás dispuesto a sacrificar tu propia agenda y dar prioridad al bienestar de toda la Humanidad o bien común?. Si queremos lograr la paz, hay que dar prioridad a los preceptos de Justicia. Por eso creo que un israelí, su vida, tiene el mismo valor que la vida de un argentino o un palestino.  

VL: – ¿A dónde vas con tu reflexión?

 MG: – Como humanidad, o como comunidad internacional, condenamos el 7 de cctubre (el salvaje ataque de Hamas en territorio israelí) pero fue triste y decepcionante ver cómo nos callamos en los meses siguientes cuando vimos las imágenes de niños palestinos masacrados, que nada tienen que ver con Hamás ni con el terrorismo palestino. ¿Por qué nos cuesta defender esas vidas? ¿Por qué nos cuesta repudiar los misiles y las bombas que no hacen mas que destruir sus vidas y las futuras vidas? La paz no es un milagro que vaya a caer del cielo. Hay que construirla. Requiere esfuerzos, incluso sacrificar los propios intereses»

 VL: – Netanyahu dice: “Hamas esconde sus tropas en Gaza. ¿De qué otra manera podríamos combatirlos?

 MG: – Hace poco vivimos el problema de Rosario y los narcos. Y pregunto:  si un narco se esconde en un barrio, ¿eso justifica bombardear el barrio? ¿Cuál es la diferencia entre vos y el terrorista? Si por un terrorista matas a 10 inocentes ¿qué lograste? Vas a dar luz a más terroristas, a más extremismo, a más odio. Estoy totalmente de acuerdo en eliminar a Hamas o al terrorismo, pero no es una licencia para masacrar a personas inocentes que no tienen nada que ver. Hay otras formas de eliminar a Hamas, porque no es una entidad independiente. Tiene toda su red, su apoyo económico en los países que lo apoyan. Cortás el apoyo económico y Hamas muere, como sucedería con ISIS y Al Qaeda. El tema es ¿quién está dispuesto a sacrificar intereses?.

 VL: – ¿Se puede llevar ese mensaje al plano personal? 

 MG: – Esa es nuestra misión al promover los valores del Islam. Uno no puede vivir en paz con Dios si no vive en paz con el prójimo. Y vivir en paz con el prójimo es dar prioridad a los derechos del otro sobre tus propios derechos. Limitar tus derechos para el bien de todos. Un musulmán es alguien que brinda paz a los demás, verbal y físicamente. Es el Jihad auténtico. El profeta dice que saludar a una persona con una sonrisa es una expresión de caridad.

 VL: – Pero Occidente no parece estar en ese camino

 MG: – No solamente en Occidente. En Oriente y países musulmanes hay también una crisis enorme. Y eso es para mi la consecuencia de habernos alejado de Dios. No me refiero a una etiqueta de Dios, sino alejarnos de una esencia, de nuestros valores, de nuestra espiritualidad. La mayoría nos consideramos musulmanes, judíos o cristianos pero no cumplimos los preceptos religiosos y eso se ve en la injusticia, la inmoralidad, el odio y la violencia en todas las sociedades. 

 VL: – Los discursos de odio parecen ganar terreno

 MG: – Lamentablemente si. Solía decir Martin Luther King que no debía preocuparnos la maldad de los malos sino el silencio de los buenos. Y no es momento de callarse, retirarse a un bosque y aislarse. Hay que hacerse cargo y ser parte. Por eso el Corán dice también que Dios no reforma un pueblo hasta que ese pueblo no se reforma. 

VL: – ¿Tenés algún plazo de tiempo establecido para quedarte en la Argentina o te podes quedar toda la vida?

 MG: – Existe esa posibilidad. Me puedo quedar acá. Pero siempre será una decisión del Halifa. Si él está contento con mi trabajo acá, puedo estar toda la vida. Pero si me necesita en otro lugar, me iré.

 VL: – Si tuvieras que sintetizar en una sola figura a la Argentina ¿cual elegirías?

 MG: – Maradona. Me refleja por su pasión y esa forma de liderazgo sentimental y emocional combinada con una gran polarización. Eso veo en los argentinos. Para mi Maradona era un genio.  Ahora, como ciudadano alemán admiro a los argentinos por la manera en la que soportan la inflación y la incertidumbre. En Alemania por la mitad de lo que les toca vivir a los argentinos, la población caería en depresión o cometerían suicidio.

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