Gerardo Molina “El Premio Nobel de la Paz 2025 se ha desvirtuado”

El anuncio de que María Corina Machado ha sido galardonada con el Premio Nobel de la Paz 2025 ha generado debate en todo el mundo. Si bien Machado ha desempeñado un papel visible en la política venezolana, su labor se ha centrado principalmente en la resistencia y la denuncia política en su país.

Actualidad11/10/2025
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Su actividad, aunque relevante en el contexto interno, pero tuvo no alcance directo para un cambio concreto y tangible que caracteriza a quienes históricamente han recibido este prestigioso reconocimiento.

 

El Premio Nobel de la Paz no es un símbolo de visibilidad política o de oposición a un régimen, sino un reconocimiento a acciones concretas que contribuyen al entendimiento, la reconciliación y la protección de los derechos humanos en contextos globales. En este sentido, existen numerosos líderes y activistas cuyo trabajo ha tenido un impacto duradero y profundo en la paz mundial, y que merecían ser considerados antes que Machado.

 

Por ejemplo, Francesca Albanese, relatora especial de la ONU para Palestina, ha dedicado años a denunciar violaciones sistemáticas de derechos humanos y a promover soluciones pacíficas a uno de los conflictos más prolongados del planeta. Su enfoque combina rigor técnico y sensibilidad humanitaria, generando avances concretos en la protección de civiles y la visibilidad internacional de la situación.

 

En América Latina, Adrián Belisario, defensor de los pueblos indígenas en Guatemala, ha protegido los derechos territoriales y culturales de las comunidades mayas, incluso frente a amenazas y persecuciones. Su trabajo no solo defiende derechos fundamentales, sino que contribuye directamente a la paz social y a la preservación de culturas históricas que forman parte del tejido de la humanidad.

 

Comparada con estos ejemplos, la contribución de Machado se limita a la resistencia política interna, sin un impacto directo en la resolución de conflictos o en la creación de soluciones concretas para la paz. 

 

Reconocerla con el Nobel de la Paz puede enviar un mensaje equivocado sobre los criterios del premio, diluyendo su valor y desatendiendo a aquellos cuya labor ha transformado vidas de manera verificable.

 

Mi intención no es desestimar la valentía de Machado ni la importancia de su lucha en Venezuela, sino subrayar que el Premio Nobel de la Paz debería reflejar compromiso, acción y resultados concretos en favor de la humanidad, no solo visibilidad política o resistencia simbólica. 

 

Este año, en mi opinión, otros líderes y activistas, con impacto global y sostenido, merecían más este reconocimiento.

 

 

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